top of page

Usados vs. Aprobados


aprobado.png

En la iglesia, muchas veces existen conceptos erróneos que asumimos inconscientemente como reales. Uno de estos es el hecho de creer que todo aquel que Dios usa es aprobado por Él. Pero más allá de percibir esto en tercera persona –es decir, juzgando según lo que vemos hacer por otros–, lo peor que puede sucedernos es cuando creemos que porque estamos en ejercicio de nuestros dones y de la gracia que Dios colocó en nosotros, entonces Él aprueba nuestros procederes, pensamientos y sentimientos. (Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo he rechazado; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; porque el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. 1 Samuel 16:7).

La palabra puede exhortarnos muchas veces con respecto a este tema; en Proverbios 3 nos advierte que NO nos apoyemos en nuestra propia prudencia sino que confiemos en el Señor con todo el corazón. Más adelante, en 1 de Corintios nos advierte: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Todos estos datos nos deberían proporcionar una duda razonable: ¿Está siendo aprobado mi proceder? ¿Dios sonríe con mi vida? ¿Agrada al Señor lo que hago?

Todo aquel que es cristiano debería ser un adorador por excelencia, pero específicamente, todo aquel que sirve desde el altar no puede jamás asumir esta tarea como un hobby, ya que esta labor consiste en traducir el mensaje de los cielos para establecer los diseños de Dios en la tierra. Es por esto que tomaremos en cuenta un muy importante concepto: APARTADO.

La palabra “Apartado” viene del griego Kadosh que significa “Santo”, pero muchas veces ni siquiera entendemos del todo qué significa santidad, y es por esto que nos cuesta tanto llevar una vida apartada. Santidad no se refiere a las cosas que se nos prohíben, que no podemos hacer, sino más bien en conocer nuestro propósito para dar los pasos que nos dirigen al cumplimiento de éste y no tomar decisiones que, por el contrario, nos desvíen de nuestro camino en Dios.

Dicho esto, podemos entender que una vida santa, grata a Dios, está estrechamente ligada a nuestra identidad en el Señor, en conocernos como Él nos ve, en ser dirigidos por su voz. Es de esta forma en la que se empiezan a engranar los dones, los talentos, facilidades y experiencias que hemos vivido, al servicio del cumplimiento del destino profético que Dios hizo para nosotros.

El pensamiento de nuestro día a día debe ser: QUIERO SER APROBADO POR DIOS; pero muchas veces experimentamos más deseos de ser USADOS que de agradarle a Él, sin entender que cuando le agradamos garantizamos no solo ser su instrumento sino también nuestra salvación, ya que mientras vivamos en este mundo siempre estará en juego esta. (“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD’. Mateo 7:21, 22, 23).

Entonces; ¿Qué significa esto de iniquidad?, la iniquidad es la base de todo lo que no pertenece a Dios en nosotros. Es una raíz que se inserta en los corazones para dar fruto al pecado; por un tiempo se oculta, pero empieza a expandirse tal como el cáncer, produciendo rápidamente metástasis espiritual. Entonces nos preguntaremos: ¿Cómo puede suceder esto si estamos sirviendo en todo tiempo a Dios? Esto sucede cuando, tal como la iglesia de Éfeso, nos enfocamos más en la obra que en el Señor de la obra, es decir, cuando estamos más atentos de ser usados antes de escuchar decir a nuestro Padre lo que piensa de nosotros. A Marta le sucedió esto; se afanó tanto en arreglar cosas, en el trabajo a realizar, que lo único que podía notar eran dos cosas: la primera, todo lo que faltaba por hacer, sin darse cuenta que si tenemos a Jesús lo tenemos todo; y la segunda, que María no colaboraba, es decir, la criticó, empezó a mirar los defectos de otros. Veía a María como poco solidaria, sin percatarse de lo realmente importante: EL MAESTRO ESTABA EN CASA.

No solo María escogió la mejor parte, sino que pudo sacarle una sonrisa a Jesús. Solo amando su presencia y sentándonos a sus pies podremos entrar en dimensiones espirituales, en lo íntimo, en el secreto. Pero mientras las situaciones externas tomen más importancia que El Señor, entonces seguiremos viviendo una vida carnal sujeta a influencia del mundo.

Consejos
Entradas recientes
Archivos por mes
Redes Sociales
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
Etiquetas
bottom of page