Propósitos de un adorador
Si decimos que la adoración es el punto de encuentro entre Dios y el hombre, es necesario tener presente que el mayor propósito es ministrar y deleitar el corazón del Padre, darlo todo por Él –ya que Él nos conoce tal y como somos–, derramar nuestro corazón, adorarlo con espíritu, alma y cuerpo (Juan 4:23-24).
Un ejemplo muy notorio de adoración es el de la mujer del frasco de alabastro que aparecen en Lucas 7:36-50. Ahí vemos a una persona que reconoció los atributos de Dios y que le adoró con lo más preciado que ella tenía, derramándolo por completo.
Adoración es darle a Dios las cosas que nos cuestan. Por ejemplo, orar en las madrugadas o ayunar. A pesar de tanto sueño o cansancio, oremos y busquemos de su presencia. La adoración es un sacrificio nacido de la obediencia.